Klonher™

Imagen con fines ilustrativos ©

No recuerdo con exactitud, hace cuanto tiempo fue que paso, ya hace varias primaveras, el recuerdo es tan fresco que podría describirlos con lujo de detalles.

La tarde era cálida, característica de verano, era un fin de semana cualquiera, hasta el momento en que recibí tu llamada, una llamada que cambiaría el modo en que viviría el resto de los días.
Anunciabas tu llegada, con el pretexto de no haber conseguido un fin de semana completo en casa de tu amiga, lo entendí, me dijiste la hora en que llegarías, el tiempo fue eterno, la espera fue lenta, ansiosa, pero al fin el reloj se digno a alinear el momento exacto para el momento de tu arribo.

Claro no exprese mi euforia, te recibí con gran calma, cuando llegaste, un beso enorme abrió las puertas para que entrara el mejor fin de semana de mi vida, una manzana acompaño ese acontecimiento, venias cansada, el viaje no fue nada corto, te fuiste a la cama, yo demore un poco mas, pero te alcancé mas tarde.
La noche, tu cuerpo y el mio, la luz de la luna, mi colchón, escenario perfecto para la fusión entre dos almas que hasta ese entonces, danzaban al ritmo de un solo son, el del amor. El tiempo fue fugaz, las almas se conjugaron en un tiempo perfecto, no cabía lugar para el error, era el preciso momento, la mas grande coincidencia, el nacer y el morir, contraponiendo las leyes de la física, todo ocupaba el mismo espacio, en el mismo tiempo, en el mismo universo.

El día, con el cantar de los pajarillos, anuncio que el sol salía de nuevo, tus brazos, aferrados a mi pecho, tu cabeza recargada en mi hombro, la imagen perfecta, la postura ideal, mi sueño eterno, así, solo así quiero despertar el resto de mis días. La compañía perfecta, los programas de televisión, eran solo un pretexto, la película cursi, la forma perfecta para que, te dibujaras en el cielo esa historia que tu y yo nunca protagonizaríamos, el pasar de el tiempo amarrado a tu cintura.

La segunda noche, la ultima a tu lado. La forma mas absurda de decir adiós, las lágrimas, el sudor impregnado en la piel, tu sentir, el mio, tus caricias y mis delirios.
Tu mano agitada, tus labios mencionando la frase que en mi vida olvidare, “Seré tu amante por el resto de mis días”, mi mirada al suelo, mi error, mi aceptación, mi enojo, tu necesidad, la nuestra, nuestros ojos mirándonos de nuevo, mi arrogancia y tu orgullo; mi error y el tuyo, tus lágrimas, las mías, mi aceptación, tu indiferencia, tu seguidor eterno, tus letras y mis palabras.
Espero algún día aceptar mi error, espero algún día consumar nuestro amor, espero ese día desde hace mucho.