Mucho tiempo espero este momento, mucho tiempo pensé en lo
que tenía que hacer cuando sucediera, volverla a ver.
El guion estaba escrito, por mucho tiempo planee la escena
perfecta, escribí cada línea con puntos y comas, las reacciones, incluso me vi
en tercera persona; calcule cada detalle, cada movimiento, cada respiro; al
final una escena digna ganadora del Oscar a la mejor actuación de reparto, pero
no fue así.
Tiempo y espacio no coincidieron, no cuadraron, ni la improvisación
ni el libreto, ni los actores dieron lo mejor si, al final, si; la escena mas
desastrosa de la historia, pero me gusto, el sentimiento de reprocharte todo lo
que hiciste, lo que causaste y lo que dejaste de hacer, los flashback posteriores
al encuentro, esos que narraban la parte de nuestras vidas cuando no podíamos vivir
uno sin el otro, las miradas, los apretones de mano, el rose de tus labios con
los míos; todo eso quedo atrás, en este efímero encuentro solo el protocolo
hacia algún conocido por la coincidencia de caminos se hizo presente, sin
ensayos previos, sin la danza perfecta.
El “Hola como estas”, el “bien ¿y tu?” Tan cotidiano y sin
tartamudear, sin beso en la mejilla de cortesía, sin saludo de mano, sin
sorpresa, sin nada.
El fugaz encuentro que por años prepare se redujo a un par
de palabras de cada uno, y después nada, así de seco, así de normal, así de
simple.
No puedo decir que me dio gusto encontrarte, puedo decir que
me dio gusto no sentir nada.
Hoy se resume a eso a nada, a la banalidad del no sentir
nada, ni odio, ni coraje, ni amor, ni esperanza, nada. Por mi parte puedo
decir, prueba superada, lo que sentiste me importa poco y lo que no sentiste me
importa aun menos, solo que se que ya puedo decir, prueba superada.
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