La noche fue fría, no por la temperatura ambiental, en el corazón,
el termostato de los sentimientos lleva un rato que no se enciende, algo
cambio, los bits de la tecnología, decían que me quería, la distancia importa
pero en esta ocasión no hacia justicia eso, los pixeles acomodados como los
pincelazos de una pintura describían tu rostro, el estado de animo y traje que
llevabas puesto en ese momento, algo no cuadro.
Los días pasaron, un alerta me llamo la atención cuando
esperaba que la vida pasara, de la misma manera los pixeles se alinearon para
mostrar tu identidad, desconocida para mi, pero la mía no lo era tanto para ti.
–Hola ¿como estas? – Mi falta de información llevo a una negativa, pero insistió,
me hizo dar cuenta de quien era, muy cercana, pero también desconocida.
Al tiempo nos conocimos, ese momento en el que los pixeles
se materializan en la persona que eres, tu nerviosa, yo molesto, pero no
importo. La charla de protocolo, la intensa entrevista, la conexión inmediata,
y el mejor cierre de la velada, el rose de tus labios con los míos, describo:
-El momento no pudo ser mas adecuado, cuando te quedaste
callada, la aproximación inmediata, el mirarnos a los ojos, conocernos y
reconocernos, la respiración pausada, los centímetros perdidos, el rose de
nuestros labios…-
El sentimiento de los dos, encontrados, coincidentes, las
ganas de abrazarte, el apretón de manos, la distancia nula entre tu pecho y el mío,
la distancia de vidas, lo prohibido y mal visto, el millón de mariposas en el
estomago, el mirarte a los ojos, de nuevo, tu nombre, la aceptación en mi vida,
el desahogo de tus ganas, nuestros dedos entrelazados, y la lluvia fueron
testigos de una velada inolvidable.
La conexión ahora es mucho mayor, el vicio de abrazarte y
caminar, la necesidad de escuchar tu voz, y más cuando susurras a mi oído, tu
inocencia y mi experiencia, la mejor combinación que puede haber.
En esta ocasión los sentimientos se encontraron, los tuyos y
los míos, coincidieron.
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