No te dije adiós, soy muy malo para las despedidas, pero la verdad me dolió mucho, sabia de este destino, inevitable, la transición de la vida, pero lo recordare por siempre.
Te veo dormida, con la cara llena de paz, aquella que suele tranquilizar en tiempos difíciles, ya no estarás ahí para contarte como me fue en el trabajo, difícil poder vivir así, no quiero recordar los que vivimos juntos, hacerlo no me dejara verte de nuevo a los ojos, aunque a partir de hoy será la única forma; tus ojos cristalinos como la lluvia en el otoño, tus brazos aferrados a mi espalda, tu cabeza reguardada en mi pecho, hoy es un nuevo día, sin ti, con lo que queda de mi, con la vida a medias.
Nos veremos, eso lo se, cuanto tiempo pasara para volver a verte es algo que no puedo decir con certeza, dicen que allá, uno no conoce a sus seres queridos, pero si te encontrar cuando no te conocía, creo que no me será problema, recuerdo que son como navajas, cortando los lazos de la razón con la incoherencia, cercana a la demencia, te veré y cuando lo haga no se como será ese reencuentro, tal vez un “hola” será suficiente, para conocernos y reconocernos, una vez mas.
Te veré allá es promesa, por ahora solo me queda dedicarte este par de lagrimas, por ti y por mi, por nosotros y por nuestra vida juntos.
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pequeños relatos
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